Podríamos decir que el amor que Madonna sintió por Martha Graham, la “madre de la danza moderna,” resume en gran parte todo lo que pasó después. La bailarina neoyorkina revolucionó la danza durante el siglo XX con un enfoque en la expresión emocional y la libertad de movimiento. Madonna, que estudió danza, se sintió atraída por la energía y la pasión de la obra de Graham.
Pero la futura diva tiene un sueño muy grande que está decidida a cumplir y la ciudad de Nueva York parece ser el ambiente ideal. Poco tiempo más tarde intenta probar suerte no sólo como bailarina sino principalmente como cantante y es ahí que su camino se empieza a definir. Después de varios tropiezos y un par de éxitos lanzados como simples, llegó su álbum debut titulado simplemente Madonna (1983), claramente influenciado por las canciones de Joni Mitchell y el Motown Sound de la época. Ahora Madonna está lista. Tiene un álbum propio de nueve canciones y puede demostrarle al mundo lo que vale. El disco es un éxito en su país pero no así en Europa. Mientras tanto sigue trabajando en su imagen y piensa en nuevas canciones. El giro decisivo llega cuando conoce a Maripol, una diseñadora de joyas que había trabajado para Fiorucci. Con ella lanza la línea Boy Toy, que refleja de manera genuina su modo de ser, mucho punk y encaje. Este es el primer connubio entre Madonna y la moda.
En el camino hacia su segundo y determinante disco, Like a Virgin (1984). En ese momento, el rey indiscutible del pop es Michael Jackson, con Thriller, así como bandas para adolescentes como Spandau Ballet y Duran Duran. Si excluimos Cindy Lauper, más cercana a Madonna por mentalidad y modo de proponerse, domina la música negra de Tina Turner, Diana Ross y una jovencísima Whitney Houston.
“Un montón de gente tiene miedo de decir lo que quiere. He aquí por qué no consigue obtenerlo,” afirma en una entrevista. Aquí Madonna está impulsada por una incontenible curiosidad. Tal es así que empieza a frecuentar otro tipo de lugares en la siempre incansable Nueva York percatándose que la gente ya está cansada de la fiebre del sábado por la noche y vislumbra un cambio.
Con Like a Virgin Madonna decide cambiar su sonoridad y darle fuerza a la energía de ese momento con un producto más arriesgado a nivel compositivo y de producción. El álbum fue grabado en el Power Station Studio de Nueva York y Nile Rodgers ofició de productor principal. Para este nuevo disco Rodgers contrató a sus antiguos compañeros de su banda Chic; el bajista Bernard Edwards y el baterista Tony Thompson, además, el mismo productor colaboró como guitarrista en algunas pistas. En el armado de las canciones, Madonna colaboró con el multifacético compositor, baterista y productor discográfico Stephen Bray. El resultado fue un disco fresco, con matices hacia el dance pop y elementos new wave. Además, el ingeniero de sonido, Jason Corsaro implementó la grabación digital, una técnica recién utilizada en aquel entonces. La fotografía y el diseño de portada estuvieron a cargo de Steven Meisel, un fotógrafo de moda estadounidense que se hizo conocido por su trabajo en la revista Vogue. Madonna quería que el título y la portada tuvieran un vínculo provocativo entre su propio nombre religioso y el concepto cristiano de la Inmaculada Concepción.
“Soy una especie de Marilyn Monroe de los años ´80. Ella es mi ídola, junto con Brigitte Bardot”, afirmaría la cantante. En realidad juega con su imagen, representándose a sí misma como una mujer sin escrúpulos y deseosa de alcanzar el éxito y el dinero, aunque en clave del todo irónica y agradable. El disco parece un mosaico de distintas sonoridades, si bien está clara la huella que Madonna quería conferirle. Por un lado, canciones como Like a Virgin, Material Girl y Dress You Up son la evolución natural del precedente álbum, así como Over and Over, que tiene la ambición de repetir (sin lograrlo) el éxito de Holiday. Con Stay y Pretender, sin embargo, Madonna intenta dar un paso adelante hacia una música más refinada, acercándose a las baladas románticas aunque alcanza su objetivo a medias ya que el público parece seguir prefiriendo a la Madonna dance. Corre la misma suerte con Ángel, una canción conocida sólo por sus seguidores más fanáticos y totalmente ignorada por la masa. Funciona mejor Love don´t live here anymore, que será incluida, en versión piano mix, en la siguiente antología Something to Remember.
De alguna manera, Madonna comprende que no está aún preparada para convencer con baladas de amor y lo arregla aprovechando su mejor arma: una imagen rompedora. En la portada del disco aparece más extravagante que nunca: cinturón Boy Toy, encajes de arriba abajo, sus cabellos que se han transformado en una madeja rubia con unas evidentes raíces oscuras. Y de nuevo pendientes y crucifijos en el cuello y en las muñecas, una mezcla que se tambalea entre lo vintage, lo barato, y un estilo cool y rebuscado. Por lo demás, la versión de Like a Virgin es sólo una imagen estática y le toca a Madonna darle vida.
La ocasión perfecta es el espectáculo de los MTV Adwards, durante el cual se exhibe dejando al público con la boca abierta. La estrella en cuestión sale de una gigantesca torta nupcial, vestida de novia y se mueve en el escenario con tintes provocadores. No es lo que se dice una actuación sexy, teniendo en cuenta su físico aún un poco pesado. Sin embargo Madonna lo logra, en su intento de sorprender y dar que hablar. Pocos meses más tarde vuela a Venecia, localidad sugerida por el padre y el abuelo, donde graba el video de Like a Virgin, dirigido por la directora de cine estadounidense Mary Lambert, colaboradora de varios videos de la cantante durante la década del ´80, además de artistas de la talla de Annie Lennox, Whitney Houston y Janet Jackson. Madonna aparece como una recién casada que se pasea por los canales de la ciudad sobre una góndola. Las escenas vuelcan una y otra vez los puntos de vista y se centran en los contrastes que entraña la figura de Madonna: un hombre misterioso con el rostro cubierto por una máscara, el león, símbolo de la agresividad y fuerza salvaje, la virgen de blanco, emblema de pureza.
Tras estas dos apariciones Madonna comprende la importancia de aparecer en público. Sólo así puede recibir atención de los fans y de los medios de comunicación. El 10 de abril de 1985 señala el inicio del Virgin Tour en la Paramount Theatre de Seattle, Washington. Las entradas de los tres conciertos, por un total de seis mil personas, se agotan en pocas horas. Del vestuario se ocupó Maripol, que sigue diseñando la ropa Boy Toy. Con un total de 400.000 fans, la gira se mueve por toda Norteamérica en 40 conciertos, llegando incluso hasta Canadá. Récord absoluto en Nueva York, donde los 18.000 tickets se agotan en pocos minutos. La escenografía, a cargo de Ian Knight, se muestra esencial y minimalista, nada que ver con los conciertos de los años siguientes, también porque el presupuesto y la tecnología aún son limitados. Durante las distintas etapas del Virgin Tour, la misma Madonna se sorprende del éxito de público que está obteniendo en todos los Estados Unidos. Ha estallado la “Madonnamanía”: miles de chicas imitan su look extravagante, tiñéndose el pelo de su mismo color, vistiéndose con trajes de encaje, medias rotas y crucifijos colgados del cuello. Madonna no pierde la ocasión: sabe que la identificación con las adolescentes representa un punto fuerte. Cuenta Madonna: “Una vez me presenté en un teatro de Seattle, las chicas del público llevaban un top, minifaldas y botas, rosarios en el cuello, aros muy grandes… ¡exactamente como yo! Pensé, ¡esto es una locura!”
Mientras sigue la gira, empiezan también las primeras polémicas. En Portland, Oregón, los fanáticos religiosos protestan contra el espectáculo, criticando a la cantante como inmoral y alejada de los cánones eclesiásticos. En San Francisco, sin embargo, Madonna se asoma demasiado tarde desde el escenario corriendo el riesgo de ser arrastrada dentro de la muchedumbre. Desde ese momento comprende el eco de su fama, una verdadera hoja de doble filo y decide contratar a una representante, Liz Rosenberg, que acompañará su carrera por los siguientes 30 años. Durante la etapa en Detroit, Madonna da las gracias a su padre tras la actuación de Material Girl. A la luz de lo dicho existen algunos comentarios sobre la utilización de la sexualidad en Like a Virgin. Madonna, como ícono sexual, demostró que no hay límites para su expresión artística. Cuando se trata de sexo Madonna ha sido liberal y atrevida, adjetivos que los medios y la crítica conservadora han usado en esos años en referencia a su música y en su interpretación a prácticamente todo lo relacionado con ella. La imagen de Madonna en este momento fue crucial, desmintiendo la idea de que era un camaleón sin sustancia y consolidando su estatus como una figura icónica y duradera en la música. Esto último conecta perfectamente con la ética hedonista de la posmodernidad. El alter ego de Madonna a partir de la concepción de Like a Virgin transmite exactamente esta perversa imagen, ya que es seductora, dominante, manipuladora y centrada en un único fin personal: provocar y satisfacer. El sexo, por tanto, retrata crudamente esta perversa relación de usufructo de otros con el de satisfacción de quienes ocupan un lugar privilegiado en la jerarquía social convirtiéndose en un claro objeto de adoración en la medida en que revela y simultáneamente omite la crueldad de lo que pretende retratar. Aquí está claro que Madonna explora descaradamente innumerables posiciones y lugares de placer, y si esto expresa la verdad sobre ella misma y se expone por necesidad, fue porque entendió que el sexo en ese momento sería el mejor tema para despertar el amor y el odio que garantizaría su visibilidad y, al mismo tiempo, sustentaría la devoción de una mercancía que le valió enormes cifras.
De este modo, Like a Virgin se establece como mucho más que un álbum, es una obra que desencadenó una revolución cultural, y una artista que, junto a Michael Jackson, le dieron una forma, un concepto y un estilo de vida que hasta ese momento no se había liberado luego de los densos años ´70. Su influencia se extendió a la moda, el cine y la televisión, definiendo la estética de los ´80 y sentando las bases para futuras generaciones de artistas. Por eso, 40 años después, este disco sigue siendo un referente cultural y es un testimonio de que la música puede ser un poderoso agente de cambio social y artístico. Madonna, en su segundo trabajo discográfico demostró que la provocación y la innovación pueden ser herramientas efectivas para desafiar al mundo y su legado seguirá resonando por siempre.////PACO