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I

Hasta el día de hoy solo siete países han mandado seres vivos a los bordes del espacio: Rusia, Estados Unidos, Francia, Japón, China, Irán y Argentina. Una gran variedad de animales han superado la atmósfera terrestre: desde perros, monos, ratas, tortugas, ranas, aves e incluso moscas. Si bien los rusos siempre tendieron a utilizar perros, es icónica su perra Laika, Argentina optó, más en línea con la tradición americana, por los monos y las ratas. 

II

Las primeras pruebas para mandar animales al espacio las efectuaron los Estados Unidos utilizando los cohetes V2 que habían capturado de los alemanes tras la Segunda Guerra Mundial. Los primeros animales en ser enviados fuera de la atmósfera fueron unas moscas de fruta. El objetivo del experimento era ver la resistencia a la radiación a grandes alturas. Despegando desde White Sands Missile Range, Nuevo México, las moscas alcanzaron los 109 km de altura en apenas 3 minutos y 10 segundos. Los insectos fueron recuperados con vida. 

Primera foto desde el espacio.

III

El cohete V2, del alemán: Vergeltungswaffe 2, «arma de represalia 2», como su nombre indica, tenían el objetivo de vengar los bombardeos aliados sobre las ciudades alemanas. Gracias a su velocidad supersónica podían impactar antes de ser escuchados, imposibilitando cualquier movimiento defensivo. Antwerp, Bélgica, fue la ciudad más golpeada por los cohetes V2, con al menos 590 impactos directos y casi 3000 muertos, sin mencionar la completa destrucción de la ciudad. Con la victoria aliada y como parte de las operaciones Paperclip y Osoaviakhim respectivamente, los Estados Unidos y la Unión Soviética lograron capturar un gran arsenal de cohetes V2 y varios de los científicos alemanes involucrados en su desarrollo con el objetivo de asegurarse la producción propia. 

IV

El cohete V2, además de ser el primer misil balístico de combate de largo alcance del mundo, fue el primer artefacto humano en hacer un vuelo suborbital y el primero en capturar, el 24 de octubre de 1946, una foto de la tierra desde el espacio exterior. De esta forma, el cohete V2 fue el primer espejo que mandamos al espacio para vernos a nosotros mismos desde la óptica infinita del cosmos. ¿Qué habrá visto? Es probable que la mezcla barroca de sus propias ruinas, desiertos y océanos. El lugar común de que todo avance significativo en la ciencia empieza como un avance significativo en el campo militar parece ajustarse a los cohetes V2, pero sería una lectura un poco desplazada. Es precisamente porque puede destruirnos que puede mostrarnos con indiferencia, desde el espacio, nuestro minúsculo lugar en el universo. Los avances técnicos como los cohetes V2 no distinguen entre desintegrar a velocidad supersónica una ciudad belga o traspasar los átomos ionizados la atmósfera terrestre. 

V

Sin muchas demoras, a continuación pusimos a bordo los seres que creíamos más parecidos a nosotros para que nos vieran: los monos. El 14 de junio de 1949, desde un cohete V2, Albert II, un mono Rhesus, se convirtió en el primer mono espacial al alcanzar los 134 km de altura. Lamentablemente, como la gran mayoría de los monos espaciales de los 50 y 60, murió al aterrizar por un problema en el paracaídas. Ahora, desde una fría arma de destrucción masiva impulsada al espacio exterior nuestro pequeño primo homínido pudo ver nuestro mundo en reconstrucción. La técnica que esperamos dominar llevaba a la naturaleza que decimos domesticar a echarnos un vistazo antes de morir. El ballet cósmico había comenzado. 

VI

En 1968 en la selva misionera la Gendarmería Nacional capturó a un pequeño mono caí (Sapajus apella). El objetivo era encontrar al primer astronauta nacido en Argentina. El monito fue bautizado Juan y puesto a disposición de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales dentro del marco del Proyecto BIO. Juan pesaba 1,5 kg y medía 45 centímetros. El proyecto BIO buscaba lanzar animales al espacio en cohetes y traerlos sanos y salvos. El sueño era, algún día, mandar al primer hombre argentino al espacio. 

VII

Antes que Juan hubo otro pequeño animal argentino que despegó del suelo nacional y voló por los cielos de la patria. Se trata del ratón Belisario, un pequeño roedor de raza Wistar nacido en el Instituto de Biología Celular de la Universidad de Córdoba. Su selección fue motivada por su excelente adaptación al uso de chaleco y arnés. El 11 de abril de 1967 Belisario, a bordo de un pequeño cohete Yarará, de producción nacional, alcanzó una altura de 2300 metros en un vuelo de 28 segundos. Volvió a tierra en un pequeño paracaídos que se desplegó de su cápsula. Una poderosa tormenta desvío al animal de la pista de aterrizaje de la Escuela de Tropa Aerotransportada de Córdoba complicando su rescate. Cuando lo encontraron, 50 minutos después, estaba nervioso y mojado. Según los documentos, pesaba 8 gramos menos. Faltaban dos años para que el hombre pisara la luna. 

VIII

Como todos sabemos, el 20 de julio de 1969 la NASA depositó a tres hombres en la luna. Por primera vez desde el comienzo de los tiempos una huella se marcaba sobre la superficie porosa de nuestro satélite. Las palabras de Armstrong al bajar la escalera del módulo lunar están marcadas en la memoria de la humanidad: “Es un pequeño paso para el hombre; un gran salto para la humanidad”. Finalmente podíamos vernos a nosotros mismos con nuestros propios ojos. 

IX

Mientras Aldrin sacaba fotos de los cráteres selenitas, en nuestras latitudes los miembros del Proyecto BIO ponían a punto el cohete que eyectaría de la Tierra al mono Juan. La presión sobre la misión era grande: de la casi veintena de animales que habían sido arrojados al espacio, apenas la mitad había logrado volver con vida. Había dos objetivos, monitorear en tiempo real lo signos vitales de Juan mediante un sistema telemétrico desarrollado para la ocasión y traerlo vivo a la superficie. 

X

El 23 de diciembre de 1969 el mono Juan estaba cómodamente sentado con su traje en la cápsula especial que le habían fabricado en la punta del Cohete Canopus II, el encargado de llevarlo hasta el límite del cielo. El asiento se había adaptado a la columna del mono para reducir las aceleraciones y la cápsula fue recubierta con un escudo térmico para contrarrestar las altas temperaturas de la aceleración y de las capas superiores de la atmósfera terrestre. Además, estaba presurizada con un ambiente de oxígeno puro con una autonomía de 25 minutos. Juan iba constipado y sedado, pero consciente. El ingeniero y comodoro retirado Luis Cueto, parte del proyecto BIO, recuerda: “No me voy a olvidar nunca cuando miré a Juan por la escotilla antes de despegar. Le daba el reflejo del sol. ‘¡Qué lindo si te pudiera volver a ver!’”.

XI

Juan realizó un vuelo suborbital hasta los 82 kilómetros de altura sobre el nivel del mar despegando desde Chamical, La Rioja. Alan Shepard, el primer astronauta norteamericano, realizó un viaje similar. Un avión comercial vuela como mucho a 15 kilómetros de altura. Durante el vuelo en tierra iban controlando las métricas vitales de Juan en tiempo real. «Recuerdo cómo en cada nueva etapa el corazón le latía más fuerte», rememora Cueto. «El viento fue más fuerte de lo previsto. No encontrábamos la cápsula. El avión la vio enredada en unos arbustos en las salinas de Ambargasta». Juan seguía vivo. 

XII

Si bien el vuelo de Juan no alcanzó la Línea imaginaria de Kármán que dispone la frontera entre la atmósfera y el espacio exterior en los 100 km de altura, llegó a realizar un vuelo suborbital. No es menor que para ese momento, solo tres países habían logrado enviar seres vivos a la atmósfera: Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia. Argentina fue el cuarto. 

XIII

No sabemos si la hazaña del mono Juan vive en los corazones de los primates misioneros o si su vuelo fue un gran salto para su especie. Probablemente no. Si todo hombre que nació en suelo argentino es argentino, así lo será cualquier ser vivo. Y Juan es nuestro primer compatriota en volar tan alto. Lo que nos propone pensar el despegue de Juan es, otra vez, la extensión de nuestro territorio. Su ancho, sus límites y contrastes, pero sobre todo, su soberanía. Desde el pico del Aconcagua hasta la base Marambio en Antártida, desde La Quiaca hasta Grytviken y las Islas Malvinas en nuestro Mar Argentino; un país bicontinental de mar, cielo, tierra, hielo y, por qué no, un asomo al vacío absoluto e infinito del espacio exterior////PACO

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