Entrevista / Jorge Sanmartino


«En Grecia no hay nada parecido al peronismo»

Jorge Sanmartino, integrante del Comité de Apoyo a Syriza en Argentina, explica qué significó para Europa la llegada de Alexis Tsipras al poder.

¿Qué significó el triunfo de la izquierda en Grecia para la Unión Europea (UE)?

El triunfo de Syriza ha significado la apertura de una etapa de ilusiones y esperanzas, primero para la gran mayoría del pueblo griego, y también para los sectores más avanzados de las sociedades europeas y por qué no, a nivel mundial. Termine como termine, y no descarto para nada que el proceso sea derrotado o se desvanezca, Syriza ya ha ganado, pues nada será igual en Europa. El pueblo griego le dio el triunfo a la primera fuerza política que en Europa alzó su voz contra los memorándums, los ajustes, los tarifazos y las privatizaciones. Yo creo que, aunque hoy en día la troika y sobre todo el gobierno alemán no darán el brazo a torcer, después de Grecia, las clases dominantes deberán tomar muy en cuenta lo que está sucediendo, sobre todo si, como esperamos, la ola de los triunfos de la izquierda se extiende a España y por qué no a otros países.

¿Puede Grecia torcer el rumbo de las políticas neoliberales que impone el Banco Central Europeo y el Eurogrupo, junto al FMI?

Esta pregunta me lleva a otra que le sigue de manera inevitable, ¿puede Tsipras y el gobierno de izquierda aplicar el programa de Tesalónica, un programa de emergencia de corte keynesiano basado en el crecimiento del gasto público, sobre la base de la permanencia griega en el euro? La primera ronda de negociaciones sobre un acuerdo parcial por la renegociación de la deuda, insinúan lo que decíamos hace ya mucho tiempo. Sobre la base de la UE tal cual es, no la que desearíamos, parece muy improbable. El euro hoy es la expresión monetaria del poder del capital. Tsipras y Varoufakis han intentado una negociación para ganar tiempo, e intentaron aprovechar hipotéticas fisuras en el Eurogrupo. Lamentablemente, ese frente parece cerrado. A pesar de los matices, la UE, encabezada por Alemania, no abrirá el grifo para Grecia, sabiendo que el efecto contagio golpearía no sólo la economía sino la credibilidad política del conjunto de las instituciones que han creado.

Opposition leader and head of radical leftist Syriza party,  Tsipras addresses supporters during a campaign in central Athens

¿Qué rol tienen sobre ese nuevo mapa político países como China y Rusia?

Países como China o Rusia, pero también de América latina como Brasil, pueden equilibrar el balance de poder, y permitirle a Grecia reestructurar la deuda y reconfigurar su política exterior, tejiendo acuerdos comerciales con otros compradores. El peligro es siempre sustituir la dependencia tecnológica e industrial de un país por otro. Grecia se enfrenta al desafío de re impulsar el desarrollo industrial y tecnológico que entró en franco deterioro y crisis con su entrada a la UE, pues no había forma de que la industria griega pudiera competir con la del norte de Europa. Así, se fue transformando en un importador nato, mientras se fue especializando en servicios marítimos, turismo y poco más, todas ramas de baja productividad.
(…) En el corto plazo, el apoyo que China pueda darle respecto de la deuda y la liquidez de su banca pueden ser muy importantes. Lo mismo para Rusia, que tiene lazos culturales muy fuertes con Grecia e intereses geoestratégicos en la región que son claves.

¿Qué define a la izquierda griega en cuanto a similitudes y diferencias con las izquierdas de otros países?

La izquierda griega tiene una gran tradición popular. El PC encabezó la lucha antifascista contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y contra la dictadura de los Coroneles entre 1967 y 1974. Ese Partido Comunista, muy estalinizado, se rompe en ese período y da origen al PC del Interior, de tipo eurocomunista y a otras formaciones políticas de la izquierda, que son la base de la coalición mayoritaria al interior de Syriza. La radicalidad de la izquierda en Grecia ha tenido que ver con su propia historia y la situación particular por la que atravesó como eslabón débil, la periferia pobre de Europa. Con esto quiero decir que Syriza no es el resultado de jóvenes inexpertos que se lanzaron a la política luego de las manifestaciones del 2010 y 2011 en la plaza Syntagma. Tampoco son el reflejo inmediato de la huelga general y las luchas de trabajadores que se dieron en esa misma época contra las políticas de ajuste del PSOK primero y de Nueva Democracia después. Se trata de una coalición amplia de la izquierda que posee diversas vertientes y que tuvo la capacidad y la flexibilidad para transformar el descontento social en alternativa política.

¿Esto que explicás diferenciaría a la Syriza con Podemos en España?

Sin desmerecer el proceso de Podemos en España, pues cada experiencia es única e irrepetible, diría que en Grecia el esqueleto de la izquierda que llega al poder es más consistente que el de España. Creo que los dirigentes que han conformado Syriza han tenido la capacidad de plantear una alternativa real de poder desde la izquierda radical en un período de crisis social y económica pero donde no hubo ni hay una situación revolucionaria. Una vez que se asume el gobierno gracias al triunfo del 25 de enero, desde allí debe construir poder y transformar el Estado y la sociedad. Por supuesto, es una tarea difícil sino imposible lograr transformaciones profundas sin el apoyo y el protagonismo de un gran movimiento popular.

¿Hay países europeos en la UE, además de Grecia, dispuestos a continuar expresando su descontento ante el dominio económico de Alemania en el eurozona?

La crisis del 2008, como dije, no alumbró un nuevo esquema de relaciones de clase, algún compromiso de clases como a la salida de la segunda guerra. Por el contrario, a la crisis provocada por el neoliberalismo se le respondió con más neoliberalismo, fortaleciendo a los bancos en crisis. De hecho, gran parte de la “ayuda” a Grecia del 2011 y 2012 fue un salvataje a los bancos que habían adquirido bonos incobrables de la deuda helenos, transfiriéndole la deuda a los Estados miembros. Esa es la base sobre la que se monta la propaganda de Merkel y cía., acerca de que Europa no debe pagar la “corrupción” y los malos manejos de Grecia. Ahora bien, el caso griego no es único, Chipre sufrió una crisis bancaria de proporciones (incluido un corralito), lo mismo sufrió Portugal, Islandia, Irlanda y otros países. El proceso político en España es el más avanzado, pero puede no ser el único.

¿Qué significa para Alemania una crisis en Grecia y cómo repercute sobre otros países «disciplinados económicamente» como España y Francia?

El peligro de contagio es un hecho. Pero el contagio más peligroso no es una crisis de endeudamiento, una crisis recesiva que pueda dificultar la recuperación de Europa. El verdadero peligro es el contagio político, pues lo que se está poniendo en discusión es la arquitectura financiera, política, gubernamental de la UE (…) El sueño de una Europa rica y democrática, segura de sí misma, basada en el mercado y la democracia consensual, está hoy puesta en entredicho. Gobiernan los mercados, no los pueblos.

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¿Se puede comparar el kirchnerismo posterior a la crisis argentina de 2001 con el escenario actual griego?

En parte sí y en parte no. Respecto al carácter de la crisis, su profundidad y los problemas a resolver, creo que sí. En Argentina, la convertibilidad, un tipo de cambio alto que destruía la industria y dualizaba y fragmentaba el mercado laboral, sobre la base del endeudamiento, colocaban al país en dependencia absoluta respecto al FMI. La recesión provocada por esas políticas de ajuste es muy similar en ambos países, y no por casualidad Argentina es el modelo perfecto de la inoperancia y el cinismo de organismos como el FMI, más estudiado en Grecia. Pero Argentina tenía moneda propia, no formaba parte de nada parecido a la UE, y eso le confirió mayor autonomía para actuar en la crisis. La devaluación y el default de 2002 reconfiguraron el conjunto de variables de la economía y permitieron unas negociaciones con los acreedores que en 2005 concluyeron con una quita importante de la deuda. Grecia no tiene esa libertad, pues no tiene moneda propia. Sus bancos dependen de una “Reserva Federal” que no es propia sino Europea.

¿Existe alguna diferencia de escenarios políticos entre la crisis de Argentina de 2001 y la crisis de Grecia más allá de los escenarios económicos mencionados?

Aquí Néstor Kirchner asume la presidencia una vez que el FMI se niega a renegociar los pagos y la devaluación se vuelve un hecho inevitable del mercado. El default no era una discusión, era un hecho. En Grecia, el euro todavía recibe el apoyo del 60% de la población griega. El default llevaría en un paso casi instantáneo a la nacionalización como mínimo de los depósitos bancarios, el control de capitales, la creación de una moneda propia, el default y la renegociación de la deuda, una orientación inmediata hacia unas relaciones internacionales multilaterales más allá de Europa y USA. Eso es lo que se está jugando hoy en Grecia. Por otro lado, el proceso político tiene diferencias con el de Argentina. En Grecia hubo manifestaciones, huelgas y las grandes concentraciones de la plaza Syntagma, pero creo que no tuvo la profundidad del descontento argentino ni la profundidad de sus movimientos sociales en 2001. Es un poco contradictorio pero en Argentina, con mayor radicalidad, el que asume la representación simbólica de ese movimiento es un partido que no es de izquierda, sino una fracción marginal del peronismo que sabe leer las nuevas coordenadas de la situación. Es desde un partido del orden y la gobernabilidad, con sus intendentes y gobernadores, su sistema de punteros y su defensa del sistema vigente, el que capitaliza el proceso gracias a que asume, a su modo, una parte importante de la agenda democratizadora de las movilizaciones populares.

¿En Grecia no hay peronismo?

En Grecia no hay nada parecido al peronismo. La crisis del viejo socialismo liberalizado, el PASOK, permitió la formación a su izquierda de una nueva coalición radical que adquirió peso de masas con el aceleramiento de la crisis. Ahora, si será capaz de romper con las imposiciones del capital ya es otra cosa, intervienen muchos factores, el más importante es la capacidad de lucha del movimiento popular. Sería muy grave que el gobierno, siguiendo su intención de compromiso moderado, desactive la presión popular, pues es lo único que lo mantendrá a flote. Como sea, hoy el movimiento popular latinoamericano, que parecía destinado a navegar en soledad en la aguas turbulentas de un mundo hostil, sobre todo luego de la debacle de la primavera árabe, cuenta, y esperemos que cuente cada vez más, con interlocutores y movimientos amigos, un eco fraterno que vuelve a reunir a movimientos emancipadores a los dos lados del atlántico/////PACO