1.
Cada vez que alguien me preguntaba de dónde es mi apellido, como un reflejo, siempre contesté igual: Rusia. Da lo mismo si Moscú, si Odessa o Siberia. Porque los rusos, al momento de pensar en la herencia cultural que recibimos sus descendientes, es toda igual. No como los españoles que se empeñan en diferenciar si sus abuelos fueron asturianos, gallegos o vascos; o los italianos, que reconocen los rasgos de cada aldea. No, nosotros somos rusos. Después de todo, ¿cuántos matices puede presentar un país con sólo 17 millones de km2, que limita con un puñado de 18 países y reconoce como oficiales apenas 18 idiomas? Si todo es lo mismo, todo es lo mismo que nada. Eso es descender de rusos: nada.

2.
Con el tiempo empecé a escuchar sobre un nuevo lugar, Vesarabia, y sobre la posibilidad de que el pueblo, en esa región, perteneciera a Rusia, o a Ucrania o quizás a Rumania. Si esas eran las precisiones que podían darme, mejor no escuchar. Por eso tampoco presté atención cuando alguien me habló de Tiraspol.

Calles de tiraspol con bandera transnistria -  commons

3.
Se sabe: Google es la representación perfecta de Dios en este universo que llamamos internet. Y Google opera de modos misteriosos. Así que un día, en la búsqueda de algo, encontré lo que ya había desistido de encontrar: Tiraspol. Pero había algo que no cerraba. No decía nada de Rusia, ni de Ucrania, ni de Rumania. Decía algo de Moldavia, que para qué negarlo, me aportaba menos que ser ruso. Aunque Tiraspol tampoco pertenecía a Moldavia.
Tiraspol es hoy la capital de Transnistria. Del país Transnistria. Del estado no reconocido de Transnitria, que también es llamado República Moldava Pridnestroviana. De la región separatista Transnistria. Separatista respecto de Moldavia. Porque tras la revolución rusa la región formó parte del Territorio Moldavo Autónomo en la República Socialista Soviética de Ucrania. Y cuando la Unión Soviética se desintegró, no todas sus partículas lograron desmembrarse como lo deseaban. Algunas quedaron huérfanas, a la espera que la ONU les dé el visto bueno, o ser protagonista de alguna guerra transmitida por CNN para que alguien tome la causa como bandera, al menos por los siguientes cinco minutos. En el caso de Transnistria, quedó anclada en Moldavia.

Frontera moldava transnistria - Foto Flickr Supermelon

4.
En 1989, Moldavia proclamó como lengua oficial del país al moldavo (que es igual al rumano), y comenzaron algunas negociaciones para la reunificación con Rumanía. Pero los que estaban al otro lado del río Dniéster (de ahí el nombre: Transniéster), en el límite con Ucrania, tomaron esta postura como una forma de nacionalismo, de rechazo al sentimiento ruso y ucraniano. Así, el 2 de septiembre de 1990 estalló una guerra civil que dejó 1.500 muertos. Por un lado, la Guardia Republicana de Transnistria, milicianos y unidades cosacas apoyadas por el 14º ejército ruso; por el otro, la policía y ejército moldavo. El alto el fuego dejó las cosas congeladas, como tantos otros procesos políticos post soviéticos.
Pero la herencia se mantiene. Es más, muchos catalogan a este país de algo más de medio millón de habitantes como un verdadero museo soviético: la hoz y el martillo están presentes en la bandera nacional, en la moneda, que son los rublos; una estatua de Lenin vigila el Parlamento y tantos otros lugares; por las calles y en los parques hay viejos tanques rusos. La simbología soviética está presente en cada escudo. Si otros países de la región miran a Europa, acá la devoción que existe por Rusia persiste, pero su reflejo atrasa veinte años.
Otro de los leiv motiv que parecen regir Tiraspol es la Segunda Guerra Mundial. En 1941, la ciudad cayó bajo dominio nazi y los rumanos colaboradores del régimen asesinaron 100.000 judíos. En 1944, con la ocupación por parte de la Unión Soviética muchos rusos fueron a vivir a la zona. Quizás por eso haya tantos monumentos relativos a la Segunda Guerra, como un primer acto fundacional para Transnistria.
De lo soviético, tal vez sólo queden las esquirlas de sus símbolos y lo precario de algunos autos y su paisaje. Para despejar dudas, el gobierno se encarga de aclarar que no son comunistas, que las empresas privadas son siempre bienvenidas. Sin embargo, hay demasiados guiños para pasar por alto en la herencia soviética: si bien el poder ha estado siempre en manos de un mismo partido político, hoy en día, la principal fuerza de oposición es el Partido Comunista de Transnistria (de ideología marxista-leninista).

Estatua de Lenin frente al parlamento - internet

5.
A pesar de haber declarado su independencia hace más de veinte años, poco ha cambiado en su situación política. Hay un delicado equilibrio que nadie quiere vulnerar. Las fábricas funcionan con gas ruso (casi gratis). La gran pregunta es que da Transnistria a cambio. Sin la mirada de la ONU, Transnistria se ha convertido en el aliado perfecto para Rusia, bajo la forma de depósito de armas, y por qué no, tráfico de personas y drogas. ¿Para qué querría Rusia entonces promover el reconocimiento de Transnistria? ¿Le conviene a Transnistria ser reconocida?
Imagino que negocios así dejan beneficio para pocos y estigma para muchos. ¿Cómo apoyar ahora la causa de un país que sobrevive gracias a la posibilidad de traficar armas y personas? ¿Cómo se hace para amarlo, incluso?
Como referente cultural, ellos, los moldavos, eligieron Rumania, su idioma, su modelo, sus costumbres. Nosotros, los transnistrios, Rusia. No me hablen del poder político o de las cuestiones estratégico-militares por parte de Moscú. Háblenme de la admiración transnistria a la tradición hoy, a la vanguardia por ese entonces, de Sergéi Eisenstein, Mayakovsky, Ródchenko, Kandinski, pero también de Babel o Solzhenitsyn, leninistas luego perseguidos y torturados por el stalinismo. Déjenme creer que eso es lo que quiere ser Transnistria.

Lays sabor caviar en transnistria - Foto Flickr Supermelon

Papas fritas sabor caviar producidas en Transnistria.

6.
En el mismo limbo transnistrio, de ser o no ser, está también Nagorno-Karabaj, Abjasia y Osetia del Sur. Los dos últimos han reconocido a Transnistria como un estado independiente y han establecido relaciones diplomáticas con ella a cambio de su reconocimiento a través de la Comunidad para Democracia y los Derechos de las Naciones. Los de Nagorno-Karabaj no nos reconocen, no sé por qué, así que al parecer nosotros tampoco a ellos. A medida que escribo, el Word tampoco reconoce Transnistria como palabra. La marca en rojo. A Moldavia sí lo reconoce. A Nagorno-Karabaj, Abjasia y Osetia del Sur, también. El Word no reconoce a lo soviético, a todo el resto sí. Para quienes viven en Transnistria son puro detalles. Ellos tienen fronteras, moneda propia, un parlamento escogido cada cuatro años y custodiado por una inmensa estatua de Lenin, un presidente y una cultura. Se tienen a sí mismos. ¿Cómo no van a ser un país? La ONU no los reconoce, sólo eso. Cuestiones legales, de forma. De ahora en más, yo tampoco reconozco estos procesos. Y me declaro, si mi presidente, el señor Evgueni Shevchuk me autoriza, embajador de Transnistria en Argentina.///PACO