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Martín Kohan entre Borges y Daneri


¿Sobre qué era la conversación famosa y patética entre Jorge Luis Borges y Carlos Argentino Daneri en “El Aleph”? La cuestión es relevante no solo porque en la aproximación de
Fuera de lugar al universo porno en internet Martín Kohan le dedique un homenaje lúbrico a aquella “esfera tornasolada” que provocaba “infinita veneración, infinita lástima”, sino por lo que la conversación desnudaba respecto a la creación estética. Esa cuestión podría colocarse en estos términos: habiendo en el mundo un objeto (o un deseo, o un territorio), ¿cómo transformarlo de manera lúcida en una representación (o en una fantasía, o en un mapa)? En “El Aleph” el equívoco grotesco de Daneri nacía del hecho de que, condenado a la imaginación nula del mal escritor, representar el mundo solo podía significar copiarlo; es decir, registrarlo por completo, paradoja a la que Borges volvería una y otra vez con figuras como la del mapa que ocupaba el mismo territorio que describía o ‒añadiendo al espacio las sutilezas del tiempo‒ una memoria tan expandida que, como la de Funes, se transformaba en “vaciadero de basuras”. Por su lado, Fuera de lugar, novela acerca de la representación de deseos sexuales, tecnologías, demandas mercantiles y también géneros literarios, hace de ese rápido sobrevuelo borgeano algo significativo por lo que arrastra tanto de Borges como de Daneri.

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Fuera de lugar hace de su rápido sobrevuelo borgeano algo significativo por lo que arrastra tanto de Borges como de Daneri.

Ambientada en los años posteriores al ocaso de la Unión Soviética, cuando la expansión del libre mercado coincide con el despegue de la tecnología digital e internet, Fuera de lugar retrata con un estilo deliberadamente pulcro ‒con el efecto oscilatorio de una barrera entre lo que pasa y lo que se cuenta‒ a un grupo de hombres y mujeres que hacen de la producción y la venta de fotos de menores un camino a los “prontos y suculentos” ingresos provenientes de “los países del Este”. El submundo de la pedofilia se perfila, entonces, bajo el poco sorpresivo motor de un cura que, protegido por la burocracia nebulosa de un instituto católico perdido en el interior de la Argentina, trafica ante la cámara de sus socios a los nenes que también se ocupa de desvestir (aunque “no mostraba un gran interés en ver las fotos ya listas”). A partir de ahí, Kohan esquiva moralismos trasladando las conciencias de sus personajes ‒y sus tratos diferidos con la culpa y la ley‒ hacia un consumismo de escala planetaria en el que “las fotos de los nenitos en bolas era apenas, después de todo, una mínima gota en el mar de esa locura inmoderada de comprar y consumir”.

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La versión de Fogwill de ese conflicto podría funcionar como clave de lectura de Fuera de lugar.

En el proceso, Fuera de lugar convierte cada uno de esos equívocos en semillas útiles para la segunda parte de la novela, cuyo desenlace funciona en clave de policial negro. Así, es la idea misma de equívoco lo que articula y da sentido al conjunto, ¿pero puede una novela consagrada al equívoco evitar el equívoco? En otras palabras, ¿sería un error describir la novela como una historia sobre el negocio de la pedofilia y las convenciones del policial? No hay manera de responder sin atrofiar el efecto de Fuera de lugar. Y ahí es cuando retorna “El Aleph” y la conversación entre Borges y Daneri, que no es otra cosa que la conversación entre un crítico y un escritor, una discusión pertinente para Kohan, que también es crítico y escritor. En tal caso, la versión de Fogwill de ese conflicto en «Help a él», parodiando a Borges y Daneri, y traduciendo en motivos de especulación literaria su propio abanico de parafilias, podría funcionar como clave de lectura de Fuera de lugar. En una y otra historia las personas recuerdan sólo lo que cruzó por su conciencia: lo que vieron, lo que supieron. Pero, como escribe Fogwill en su cuento, “para la perspectiva del médico legista o del escritor, lo que se adhiere a la conciencia, lo que se supo, lo que se vio, o lo que comprendió, es, tal como el español lo refleja en su léxico, algo muy diferente de lo que fue o de lo que ha sido”///////PACO