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Terra: Hace poco nos preguntábamos por la relación Dick con Borges. Como no soy un especialista en Dick, sino apenas un lector, sabía que alguien me iba a ayudar. Y apareció un tipo de La Plata, fanático de Dick, obvio, que se presentó como hombre de campo, me confesó que había vivido en vivido en Jerusalén y había tenido contacto con la comunidad copta en Egipto y que por esos sabía de gnosis, y al final me señaló que en la Exégesis, que son unas notas con forma de diarios que se publicaron posmorten, más de mil páginas, Dick nombra a Borges tres veces. Es increíble el entusiasmo con el que este señor me escribió. Me pasó las citas mientras me decía, entre golpes de falsa humildad y algunos exabruptos propios de la manija dickiana, que me había ya mandado un libro suyo, que me iba a mandar otro, que iba a publicar un tercero, me hablaba de  conferencias que había dado, de quién lo había denostado y quién lo había valorado. El tipo se llama Juan Simeran y desde luego en algún momento me lo voy a cruzar y le voy a agradecer invitándole una cerveza tanto por la pasión como por la ayuda. Las citas son estas:

1) Pag 807: «It´s like Borges´story «The library of Babel».

“mención bastante anodina, insulsa, pero mención al fin” dice Simeran

2) Pag. 920 (folder 73, December 1981)

«Como es un poco más medular me excedo un tanto en la cita» aclara Simeran:

«I´d even be parodying Valis in my absurdist treatment of the search -Faustian search- for knowledge (salvation trough Gnosis, wich seems to be my downfall). Owl feels superior to all the other «people» in the construct because they can´t see -or aren´t interesed- in the plasma´s autograph. Hence the title: The Owl in daylight -Owl is a fool, but, like Jack Isidore, a Holy fool in Christ-. Obviously, i´ll be either going Borges one better or parodying him – either will do.”

Intento una precaria traducción:

«Incluso estuve parodiando Valis en mi absurdo intento de búsqueda -búsqueda fáustica-  de conocimiento (salvación por la Gnosis, que parece ser mi perdición). El búho se siente superior a toda la otra “gente” en la construcción porque ellos no pueden ver -o no están interesado- en el autógrafo plasmado (?). Aquí el título: El búho a la luz del día -el búho es un tonto, pero, como Jack Isidore, es un tonto consagrado a Cristo-. Obviamente, sería mejor ir con Borges de una vez o parodiarlo, ya sea una cosa o la otra.”

En la misma página, la tercera cita: «So here in Owl we have absurdist Faust Story wich parodies my exegesis and Borgesand Gnosticism»

Y Simeran comenta: “sinceramente me da un escalofrío al leer esto, donde pone a Borges y al gnosticismo en la misma frase.” Luego termina aclarando que otras búsquedas no arrojaron resultados: «The aleph», «borgian character», «borgian paradox», «Lottery of Babylon», «Tlon, Ukbar, Orbis, Tertius».

Simeran no es tanto un personaje dickiano como borgeano, o incluso un personaje de Vila-Matas. Y leyendo sus mails se me ocurrió que es mejor alejarlos. Borges y Dick, mejor lejos. ¿Cómo lo ves? Corroborar esas citas me desagradó. En un punto siento que algo se venció. Como si se rompiera una tirante de la cama donde uno se acuesta todos los días a leer. Hay algunos lugares comunes con Dick que pueden ser enojosos. Por ejemplo vos me señalaste una vez el androide con la cara de Dick que trajeron a Tecnópolis. Y me dijiste algo así como “el chiste más fácil”.  Para responder a la pregunta de cómo imagino a Dick creo que me gusta imaginarlo lejos de Borges. Porque veo a Borges como un escritor mucho más importante que Dick tanto para mi formación como en general. Si querés, y siguiendo el juego de espejos de la tradición argentina, a Dick yo lo pondría como lector de Arlt. Ah, esa maniobra sí que me gusta. Y creo que tiene sus vueltas. Voy a bajar la Exégesis y voy a tirar un search a ver si aparece Roberto Arlt. Encontrarlo sí sería una grata sorpresa. Y entonces podríamos releer Ubik como una reescritura de Los siete locos.

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Robles: Elvio Gandolfo tiene un viejo artículo donde menciona a Arlt como otro de los escritores del linaje de Dick, supongo que por esta idea de la escritura como fuga hacia adelante. Efectivamente creo que se los puede leer en serie. A mí tampoco me interesa mucho la filiación con Borges, que hasta donde yo sé empezó con Ursula K. Le Guin, que habló de Dick como “nuestro Borges”. Pero no me pasa solo con Dick, sino también con otros escritores. Me parece un vicio nacional eso de poner a Borges al lado de cualquiera que haya tematizado ciertos aspectos de la narración. Dick me gusta más al lado de Arlt e incluso de algún poeta del siglo XIX como Rimbaud, con su llamado a “cambiar la vida” y al desorden de los sentidos, que en Dick conduce al abandono de toda cordura. Para caracterizarlo como escritor me gustaría volver sobre Valis, una de sus últimas novelas. Tiene un primer capítulo muy potente, donde Dick usa una expresión que yo usé unos capítulos atrás para describir su escritura: “una trampa china para dedos”. Supongo que la recordaba y la usé de manera inconsciente. Dick usa esa imagen para describir el carácter contagioso de la locura. El capítulo arranca en tercera persona. Copio el primer párrafo:

“El quebrantamiento nervioso de Amacaballo Fat comenzó el día en que recibió el llamado telefónico de Gloria para preguntarle si tenía algunas píldoras de Nembutal. Él intentó averiguar para qué las quería y ella le explicó que tenía intención de matarse. Estaba llamando a todos los que conocía. Ya había recolectado cincuenta pero, para que no hubiera dudas sobre el resultado, necesitaba treinta o cuarenta más”.

Un poco más adelante:

“—¿Qué has estado haciendo?

—Estuve internada en el Hospital del Monte de Sión en San Francisco. Traté de suicidarme y mamá me hizo recluir. Me dieron de alta la semana pasada.

—¿Te has curado? —preguntó Fat.

—Sí —contestó ella.

Ese fue el momento en que Fat comenzó a enloquecer. No lo advirtió entonces, pero había sido arrastrado a un inenarrable juego psicológico. No había escapatoria. Gloria Knudson, además de haber hecho estragos en su propio cerebro, los hizo también en el de su amigo. Probablemente había hecho lo mismo con seis o siete personas más, todos amigos que la querían, en conversaciones telefónicas similares. Seguro que había aniquilado, además, a su madre y a su padre. Fat oyó en su voz racional el tono del nihilismo, el tañido del vacío. No estaba tratando con una persona; al otro extremo de la línea telefónica había un arco reflejo”.

Y unas líneas más abajo, el narrador informa:

“Yo soy Amacaballo Fat y estoy escribiendo esto en tercera persona con el fin de ganar la tan necesitada objetividad”.

Más adelante Amacaballo Fat interactúa con un misterioso narrador en primera persona, pero el misterio se resuelve pronto: Amacaballo Fat (Horselover Fat en inglés) es Philip Dick (Philippos: amante de los caballos en griego y Dick es gordo en alemán, es decir, en inglés, fat). Esto se vuelve explícito en la novela, que es la puesta en escena de la descomposición de la cordura de su narrador, cuya historia tiene muchos puntos en común con la del propio Dick. Por empezar, el famoso episodio en el cual Dick, ante una misteriosa enfermedad de su hijo, habría acertado antes que los médicos en el diagnóstico de una hernia inguinal. Esa intuición de Dick, que permitió salvarle la vida a su hijo, está narrada en la novela como el producto de una teofanía, al estilo de las que experimentaban los apóstoles. Dios se le manifiesta a través de un rayo de luz de color rosa, que le transmite información. “El universo es información”, un mantra que se repite a lo largo de toda la novela. Dick aparece como beatnik, más cerca de Burroughs que de cualquier otro escritor de ciencia ficción. La lectura de Valis, incluso hoy en día, genera un efecto extraño: ¿hasta qué punto estamos ante un relato autobiográfico? O mejor: ¿hasta qué punto Dick consideraba que el suyo era un relato autobiográfico? Bajo el título Did Philip K. Dick disclose the real Matrix in 1977? puede verse en YouTube un fragmento de una conferencia que dio Dick en Metz, Francia, donde frente a un público de fans y nerds de la ciencia ficción sostuvo con absoluta seriedad los puntos de vista que forman parte de la disolución mental de Amacaballo Fat en Valis, novela que fue publicada recién en 1981, un año antes de su muerte. “El Imperio Romano no cayó, vivimos dos mil años de historia falsa”. Emmanuel Carrere escribió una biografía, Yo estoy vivo y ustedes están muertos, donde explica los últimos años (y los últimos libros) de Dick en términos de su psicosis. Capanna y Gandolfo lo relativizan y yo estoy de acuerdo con ellos. El propio título de la biografía, tomado de Ubik, lo pone en otra dimensión. Es un poco cagón, lo de Carrere. No porque no haya existido la psicosis, sino porque su lectura no lleva a ningún lado, es el fin de toda lectura. “Se volvió loco. Punto”. Lo mismo podríamos decir de Hölderlin y no estaríamos diciendo nada o casi nada. Conocí de cerca a varios locos. Siempre me resultaron personajes interesantes de una manera melancólica y fatal. Suelen terminar mal, son marginales. El problema más grande, lo que los caracteriza, es la incomunicación. También la desmesura. Uno de los locos que conocí escribía poemas y los vendía en el subte. Otro no podía hablar sin caer en un delirio donde se mezclaban fórmulas algebraicas y sentencias místicas. Los dos estaban muy solos. La locura y la soledad son, en un punto, lo mismo. Eso los lleva a una búsqueda desesperada, a veces desgarrada, de empatía. Entonces, más allá de su extravagancia, de su delirio privado, el poeta escribía muy buenos poemas, muy inspirados, y el otro era un jugador de ajedrez imbatible, como si en esos terrenos limitados y acotados a una serie de reglas más o menos explícitas, más o menos racionales, encontrasen una vía de comunicación con el resto del mundo. Creo que ese rasgo de salud mental también se encuentra en toda la obra de Dick, por eso su psicosis -¿la entropía?- no tiene un efecto disolvente, ni siquiera al final. Y me parece que lo salvó la ciencia ficción clásica, entendida como un conjunto de reglas y fórmulas narrativas de las que nunca se desprendió del todo. O dicho de una manera más desencantada y materialista: lo salvó la industria editorial del pulp, el fandom de la ciencia ficción como una comunidad invisible a la que él desafiaba y respetaba al mismo tiempo.

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Terra: Bueno, en todo caso, será Dick el que está en el linaje -la palabra no es del todo feliz-  de Arlt. A Bobby Arlt le interesaba el futuro, casi como un fetiche, mucho antes de que Dick naciera. Es más, Los siete locos que anticipa podríamos decir todo el siglo XX, y seguro el peronismo y la lucha armada, y la paranoia, y un poco más también, Los siete locos, digo, se publica en 1929, al año siguiente de que naciera Dick. Así que armemos la cronología de forma correcta. Primero Arlt, luego Dick. Y esto sí que estoy seguro que no se leyeron entre ellos, aunque Arlt dijo por lo menos una vez que leí ciencia-ficción. Si murió en 1942, entonces no pudo leer a Dick. No logro encontrar en la web cuál fue la primera traducción de Los siete locos al inglés, pero tampoco creo que eso ayude mucho. Por otra parte, el vicio de poner a Borges en todos lados es cierto y evidente y ya fatiga un poco. Cuando cursé en Puán algunas materias de filosofía nos reíamos con un amigo porque tanto los estudiantes como los docentes citaban mucho a Borges y eso ya nos daba la pauta de que podían saber de Platón, de Descartes o de Kant pero de literatura no sabían nada. Si cita a Borges, no leyó nada más, decíamos. Y casi siempre lo terminábamos corroborando. Dicho esto, la conferencia en Metz es virtuosa a un punto que a veces hay que parar de leer, tomar aire y releer y volver a releer. Ahí Dick hace un experimento de auto-ficción y auto-mitoligización donde de paso relee la Biblia en cable de mundos paralelos y pone las bases para las mejores escenas de Matrix, por ejemplo, la idea del arquitecto, de ver al arquitecto, de ver su obra, como le pasa a Neo cuando realmente puede percibir el mundo en el que se encuentra o cuando enfrenta al arquitecto, al que Dick llama “el programador.” Hay bastante de las mejores ideas de Giordano Bruno en el medio, ya desde el título que le dio a la conferencia cuando la publicó Si no les gusta este mundo, por qué no prueban alguno de los otros. Pero aparte está toda esa confesión que hace sobre su locura y su clarividencia. Es, como digo, muy virtuoso. Y coincido con lo que decís de Carrere, y que alargás a Hölderlin, lista a la cual podría sumarse el Joyce de Lacan. Estaban locos. Listo. Y encima lo dicen por las obras que leen. No sirve para nada. Yo conozco un montón de locos, bueno, no tantos, pero algunos sí, y ninguno escribió ni una página digna de ser leída.  Me gustaría hacer un poco de arqueología y pesquisa periodística y encontrar a alguien que haya ido a esa conferencia y preguntarle qué fue lo que escuchó y si entendió algo de lo que dijo. Supongo que si había algún gnóstico en el público o si había alguno que estuviera medianamente informado sobre esas ideas y prédicas lo que dijo Dick habría sido más comprensible. Para un wagneriano, o un psicólogo jungiano, tampoco habría sido dificil seguirlo. Y en Francia en 1978 tenía que haber alguno por ahí. O al menos no era imposible. Metz queda en el noreste de Francia, muy cerca de Luxemburgo y Alemania. Conozco esa zona porque, como sabés, viví un tiempo en Saarland. Y la idea de que algún miembro de alguna asociación wagneriana estuviera por ahí escuchando a Dick me da bastante alegría. Lo cual nos lleva a Wagner y Dick, y ahí sí, agarrate porque esa es una relación intensa en un mundo de intensidad.////PACO